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Los seres humanos somos muy distintos entre sí y tenemos diferentes formas de interpretar una misma realidad. Tanto es así que algunas veces vemos las cosas, no como son, sino como las adivinamos y de acuerdo con las experiencias que hemos tenido a lo largo de nuestra vida. En otras palabras, son una proyección de nosotros mismos y de nuestra mente. Lo mismo pasa con un puñado de películas y su afán por ser objeto de análisis e interpretaciones hasta el hartazgo. Y aquí seguimos, explorando temas diferentes para que aplaudamos o no a la obra de turno.
Angel’s Egg (Tenshi no tamago) es una de esas películas que consigue generar incertidumbre y muchas dudas. Vemos aquello que nos propone y la valoramos como una forma que conocemos. Mamoru Oshii demostró esta capacidad de otorgar significado a lo ambiguo mediante una obra que ejemplifica los acontecimientos más importantes de su vida según la historia que quería contar. Una que se sustenta en base a su interés para con la religión cristiana y ese afán por expresar la aflicción y penurias que nos envuelven a todos en una atmósfera de miedo, surrealismo y nostalgia donde los silencios terminan cobrando sentido.
Un espectáculo onírico y decadente


La narrativa visual nos permite imaginar e interpretar elementos de la historia. Con la ayuda de un fuerte contenido expresivo y una característica estilización visual, bien sean a través de fotografías o vídeos, amplificamos todo por medio de un contexto para crear planos que giran alrededor de una idea principal, aquello que nos quieren contar. Muchas películas han tomado para sí estas competencias y técnicas narrativas para ofrecernos historia de forma mucho más visual. Si bien, Angel’s Egg magnifica esta corriente artistica donde cualquier escaso atisbo de precisión queda opacado en detrimento a la cualidad de ambivalencia.
Angel’s Egg es un viaje a través de algunos conceptos que podemos encontrar en la biblia y el cristianismo occidental, un viaje a través de la fe como una creencia personal y un elemento facilitador; una tabla de salvación que permite aligerar el dolor de los más necesitados. Es una lucha diaria contra el pecado y la inocencia que se quiere perpetuar como agua cristalina. ¿O acaso es la ignorancia? Lo que está claro es que se trata de un discurso de contrastes melancólicos que da el pistoletazo de salida desde los ojos de una niña, unos ojos que impiden la existencia de elementos que desenfoquen su visión y que quedan enfrentados a una mirada cargada de escepticismo.
Así pues, la fe, otrora inquebrantable y viviendo con perfecta esperanza, se resquebraja para dar lugar a un desarrollo egoísta y vengador, uno que se encuentra ante un abismo vacío que nada es capaz de llenar. En general, la historia que nos ocupa es una amparada en la transformación para luego moverse hacia un clímax de visión y un futuro que siempre es incierto. En pocas palabras, son paliativos en una realidad muy cruda y desesperanzadora.
Una historia sobre nosotros mismos


Hay una historia detrás de cada persona y Mamoru Oshii ha querido contar una parte de su vida representada mediante el existencialismo, el nihilismo y la fe en lo divino como elementos que nos ayudan a sumergirnos en su propuesta. Y aunque Angel’s Egg es una obra que requiere de esfuerzo y mucha entrega a lo largo de sus muchas imágenes significativas, también nos recompensa con la libre interpretación como objetivo de su enseñanza. Nos invita a apelar a la razón, a nuestro propósito como personas, en un mundo donde hemos perdido la fe en la humanidad y la esperanza en el proceso.
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