Harmony (2015) es la segunda película anime del director estadounidense Michael Arias, que une fuerzas con el animador principal de Akira y Nausicäa del valle del viento, Takashi Nakamura, para traernos una oda a la ciencia ficción. En este caso, la diferencia con su primera película es evidente, porque al contrario que Tekkonkinkreet esta se centra en el ciberpunk y tiene un enfoque mucho más reflexivo y filosófico.
Esto es así porque tomaron la inspiración de la novela homónima del genial Project Itoh o Satoshi Ito. El ensayista nos dejó tres libros de ficción antes de morir, galardonados con premios en la academia japonesa, que han sido adaptados al cine de animación japonesa en los últimos diez años: Harmony, Genocidal Organ (2015) y The Empire of Corpses (2017).
¿Ya te han entrado ganas de conocer Harmony? Te recomendamos esta película si tienes dos horas de tu tiempo para meterte en un mundo psicológico que trata temas sobre la vida humana y la conciencia. Si además tienes otros diez minutos, puedes leer el análisis que hacemos de esta obra en Tu web anime, y ten bien por seguro que vamos a ser totalmente honestos con nuestra opinión.
¡Comenzamos! Vamos a ver cómo es Harmony por dentro:
FICHA TÉCNICA: DÓNDE VERLA


SINOPSIS
Tuan Kirie es una joven comandante de la Organización Mundial de la Salud, que vive en un mundo dominado por la paz y la tranquilidad provocada por la evolución de la nanotecnología biológica. El dolor y el miedo han desaparecido gracias a los implantes neuronales que tiene toda la población humana, hasta que un atentado terrorista provoca una serie de suicidios colectivos en Japón, que obligarán a la protagonista a emprender un viaje para descubrir el origen de los misteriosos ataques que amenazan la utopía en la que vive.
CRÍTICA DE «HARMONY»
HISTORIA


La historia de la película gira en torno a Tuan Kirie y los personajes que va encontrándose, en su regreso a Japón y en sus viajes al extranjero para descubrir la fuente de los suicidios de la población. Entre medias, el guionista nos va ofreciendo datos interesantes del lore, a través de voces en off que ocupan la mayor parte del film.
Este es, tal vez, el primer gran fallo de Harmony. Es difícil sumergirse en una trama cuando el 90% de la película es una voz en off que habla sin parar, y solo se ve interrumpida cuando lo hacen los personajes, más aún si la película no tiene subtítulos como es el caso. Los temas psicológicos y filosóficos en los que entra son muy interesantes, pero no hay sitio para respirar y para apreciar, por ejemplo, los escenarios o la ambientación.
Otro problema se encuentra en la construcción de los propios protagonistas. Como el diálogo es tan continuo, no hay una línea que distinga sus personalidades, y más bien parece que se utilizan como «excusas» que sirven al narrador para ponernos al día sobre el mundo utópico en el que se encuentran. Este es un gran ejemplo de cómo el contexto es más importante que la propia acción, y te distrae de lo que está sucediendo en la pantalla, algo que en una película de animación nunca debería suceder.
Pero no todo va a ser negativo. La parte positiva en la trama de Harmony son los continuos giros de guion, que guían la historia de principio a fin e introducen temas como los asesinatos, la sangre o las escenas de batallas. Estos añaden un toque diferente y más que necesario a la linealidad de los diálogo. Va a sonar sádico, pero ver como alguien se mata sin que nadie se lo espere, o cómo sucede una persecución en el momento más tenso, añaden emoción a la obra en su conjunto.
CINEMATOGRAFÍA


Uno de los puntos fuertes de Harmony es su nivel artístico. Los escenarios, con sus edificios altísimos y sus colores brillantes, el diseño de los personajes, que brillan más por su apariencia que por lo que hacen, y el tono ciberpunk, con implantes biológicos, le dan un toque único a la película que la hacen mucho más vistosa.
También tenemos que destacar el uso de los colores. A lo largo de todo el film, los tonos rojos, y sobre todo el color rosa, le dan una apariencia muy «alegre» a las ciudades, lo que encaja con el mundo idealizado en el que viven los personajes. Esto ayuda, también, a que ciertos comportamientos de los ciudadano sean mucho más dramáticos. La tensión de ver cómo todos caminan de un lado para otro como robots, inconscientes de lo malo que hay en el mundo, es mucho mayor cuando le pones un background que te invita a relajarte y pensar en las bondades del mundo.
Buena parte del atractivo visual del film está en el CGI y en los avances tecnológicos que demuestra. A las escenas hechas por ordenador se unen el diseño de las pantallas de ordenador, el reconocimiento facial con rasgos biométricos, las pantallas gigantes de televisión puestas en las calles… La ambientación futurística está muy bien conseguida pero, como hemos dicho, todo palidece eclipsado por los diálogos interminables y algunas escenas que duran mucho más de lo que deberían.
MÚSICA
Yoshihiro Ike (Blood: The last vampire y Sonic X) es el encargado de crear la banda sonora o la OST de Harmony. En este caso, la música es súper etérea, con instrumentos de cuerda y un órgano metiendo las vibraciones science fiction del espacio exterior que contrastan muy bien con toda la alegría que desprende el mundo utópico donde viven los personajes. De hecho, podría haber encajado muy bien en una aventura de exploración espacial, o incluso en una película de terror cósmico.
La música aparece en momentos clave de la película, como los flashbacks entre la protagonista y Miach Mihie o las escenas con Cian Reikado, acompañando a los interminables diálogos pero ofreciendo una buena base para meternos de lleno en la ambientación que nos propone.
CONCLUSIÓN: EL FALLO DE HARMONY
Harmony no es una película para todos los públicos. Está hecha para personas con paciencia, que ya han visto muchas películas de anime y son unas auténticas enamoradas de la ciencia ficción, el campo de producción más prolífico que ha dado la animación japonesa hasta nuestros días.
El gran fallo que tiene el film, a nuestro juicio, es que no integra todos los elementos de forma homogénea. Los diálogos filosóficos parecen sacados directamente de la novela, y no permiten apreciar otros apartados de la obra como su apartado visual o su propia música. No hay espacios para deleitarse, o para pararse a pensar en todos los temas que nos están trayendo a la mesa: la existencia de la conciencia, los dilemas morales, el destino de la especie humana…
En nuestra opinión, es como si los autores hubieran decidido utilizar el medio del anime como una «excusa» para lanzar a la pantalla todas las ideas que ya publicó el autor en el libro. Pero no debemos olvidar que la animación es una forma de arte con sus propios códigos, que debe centrarse en ofrecernos una experiencia que podamos disfrutar sin tener que atormentarnos pensando cuándo acabará.
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