La colina de las amapolas (2011) es la segunda película del Studio Ghibli dirigida por Goro Miyazaki, basada en el manga Desde el monte de amapolas de Tetsurō Sayama y Chizuru Takahashi. Está adaptada por su padre Hayao Miyazaki y por Keiko Miwa, que también guionizó Cuentos de Terramar y Arrietty y el mundo de los diminutos.
En su contexto, podemos decir que este film es uno de los más tiernos de la filmografía del estudio durante el siglo XXI. El misterio y el desarrollo lento de la trama llenan la cabeza del espectador durante los 91 minutos que dura el metraje.
Estamos ante una película equilibrada, donde vives una historia de amor creíble pero también un drama familiar interesante. Las escenas del Japón rural son hermosas, y sin ser una de las mejores obras del Studio Ghibli, es una película recomendable.
FICHA TÉCNICA: DÓNDE VERLA


SINOPSIS DE LA PELÍCULA
Umi Matsuzaki es una joven estudiante que cuida de sus hermanas y de su abuela en un pequeño hostal en lo alto de una colina. Todas las mañanas se levanta a izar unas banderas para honrar la memoria de su padre, quien pereció en la Guerra de Corea.
En el instituto conoce a Shun Kazama, miembro del club de periodismo y responsable del periódico escolar. La posibilidad de que la casa de clubes sea derruida une a todos los estudiantes, y les llevará a entablar una relación de amistad que muy pronto se convertirá en amor.
Después de una pequeña celebración en el hostal, Umi y Shun descubrirán un hecho que marcará sus vidas y les llevará a preguntarse si pueden comenzar su relación o, por el contrario, tienen que dejarla en una simple amistad.


CRÍTICA DE LA COLINA DE LAS AMAPOLAS (SPOILERS)
No era una tarea fácil para Goro Miyazaki sacar adelante su segunda película. Cuentos de Terramar (2006) supuso un reto para alguien que venía del paisajismo y no contaba con el apoyo de su padre. La colina de las amapolas es un esfuerzo mucho más fluido gracias, en parte, al guion de su padre.
El director novel ha dado en el clavo y ha seguido la fórmula de Arrietty en el mundo de los diminutos o Susurros del corazón. Se ha dejado de historias ambiciosas como la que pretendía contar en Cuentos de Terramar, y ha decidido ir por una vía mucho más asequible: una historia de amor íntima entre dos estudiantes.
Esto le ha permitido seguir la trama que su padre adaptó del manga original, dividiéndola en tres líneas argumentales: la relación de Umi con sus padres, el amor entre Umi y Shun y la demolición de la casa de clubes.
De las tres líneas, puede que la primera sea la más débil. La intervención de la madre, quien le explica a Umi que no comparte padre con el chico que le gusta, rompe toda la tensión antes de terminar la película.
Hubiera sido mucho más interesante si el amigo del padre se lo hubiera dicho a los dos niños hacia el final de la película. Pero al conocer este hecho veinte minutos antes del final del metraje, el impacto emocional de lo que queda de película es mucho menor.


CONCLUSIÓN: AGRADABLE Y EQUILIBRADA
Si hubiera que definir esta película con una palabra, sería equilibrio. Dentro de un gráfico de emociones, se mantendría siempre en el punto medio y huiría de los momentos realmente dramáticos o felices.
Las escenas tienen una influencia evidente del Japón rural de otras películas del Studio Ghibli como Mi vecino Totoro o La tumba de las luciérnagas. Hay otras referencias muy claras a películas como Susurros del corazón o Recuerdos del ayer, lo que demuestra la ambición del director por homenajear todo el legado de Miyazaki y compañía.
El resultado final es una historia bien construida, que intenta cerrar todos los cabos y dejar un buen sabor de boca. ¿Es recomendable? Para una persona que comienza a ver el anime, puede ser una gran película. Para alguien ya acostumbrado a ver metrajes de este género, puede que le resulte monótona y no termine de gustarle.
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