Mind game (2004) es la primera película de anime del director Masaaki Yuasa, que se inspiró en el manga que tiene a Robin Nishi como escritor y protagonista. Es, sin duda alguna, uno de los films más locos y surrealistas de la animación japonesa.
La historia comienza con Nishi, un mangaka frustrado que un día se reencuentra con su antiguo amor del instituto. Cuando descubre que tiene novio, comienza un viaje introspectivo para liberarse de sus propios miedos e inseguridades.
El film es una auténtica explosión de creatividad, llena de color y momentos absurdos que no dejan indiferente a nadie. Las referencias sexuales son continuas, pero también lo es el uso de técnicas tan variadas como las acuarelas o los recortes de papel.
Por desgracia, Mind Game tuvo más repercusión en los países vecinos y no llegó a España doblada ni subtitulada al castellano. Sin embargo, tenemos acceso a la versión con subtítulos en inglés, una edición que se considera de culto dentro del anime.
CRÍTICA DE MIND GAME
La historia de Jonás y la ballena


La trama de Mind Game es un auténtico juego mental (como dice el título) que sucede a toda velocidad delante de la pantalla. Una historia de amor, luego aparece la Yakuza japonesa, sucede una aventura inesperada… y aparece la ballena que se tragó a Jonás.
Mind Game es una película que decide desviarse de la historia continuamente para entretener al público. Pocos directores se atreven a jugar al despiste de este modo (salvo, tal vez, Satoshi Kon y Mamoru Oshii), con la diferencia de que los giros argumentales de Yuasa aportan poco o nada a la trama principal.
En el apartado visual es sorprendente, pero eso no quita que probablemente al director no le importaba para nada que la trama no tuviera una dirección definida.
Las técnicas de Yuasa: el verdadero sentido de Mind Game
Lo realmente interesante de la película está en las técnicas y en las influencias. Masaaki Yuasa quería empezar su filmografía con un experimento audiovisual para divertirse, que le permitiera innovar todo lo que quisiera.
Cogió de base el manga de Nishi, con la influencia de los dibujos animados de los 60 y los 70, y decidió convertirlo en un campo de juegos surrealistas. Las técnicas van desde los recortes fotográficos hasta las acuarelas, pasando por el dibujo a mano y el CGI.
El resultado es un producto propio, con denominación de autor, que si bien peca de anárquico o de no tener una estructura clara, rompe con los moldes bien definidos de la animación japonesa.


Una banda sonora muy loca
El compositor de la banda sonora es Seiichi Yamamoto, un famoso y experimentado guitarrista japonés que también compone música instrumental para cine.
Los 22 tracks que la forman son tan variados y experimentales como la película. Cada situación exige unos instrumentos en particular: una guitarra eléctrica, una flauta dulce, un xilófono… Casi parece que la OST de la película podría ser la de una serie de anime de comedia y acción.
Unida a las imágenes, la música ofrece miles de interpretaciones y ayuda a que los momentos más intensos del film se queden en la mente de la gente. En parte, es lo que ha contribuido a que Mind Game se convierta en una obra de culto muy apreciada por una parte del público occidental.
CONCLUSIÓN
La genialidad de Masaaki Yuasa está en crear un mundo sin reglas, donde todo es posible. Mind Game es una prueba de hasta dónde se puede llegar sin la necesidad de crear una película comercial llena de clichés cómodos que agraden a todo el mundo.
No es una película imprescindible para los amantes del anime, pero muchos la disfrutarán como lo que es: un soplo de aire fresco al ambiente recargado y excesivamente azucarado del anime más mainstream de hoy en día.
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